La historia puede ser objetiva y la sociedad puede ser serena, bondadosa y generosa. Al margen del surrealismo, centrémonos en el suceso. Todos sabemos que la historia en los libros de texto es tratada plenamente desde el subjetivismo más intrépido, no es por esto que nuestro conocimiento sea más o menos certero.
Deseamos, queremos y necesitamos reflexionar acerca de esta insolente formación académica adquirida y por ello divulgada, dilatada y expandida de modo más inexacto que el debido. Podemos echar mano y un vistazo al mismo tiempo al siglo XVIII, XIX e incluso al siglo IV a.C., en el que ya se empezó a hablar de política. La puesta en común de ideas y la elección de la preferible ante una mayoría destacada, como idea universalizada. Es ahora cuando el término connotativo de la política se ha desplomado desde la cumbre que lo ostentaba, ha provocado una grieta en la sólida superficie e incluso está a metros bajo tierra. La política se liga a la economía, educación, sanidad y a cualquier ámbito relacionado con el trabajo en equipo, no se puede siquiera desvincular del particular.
Una educación profesional será necesaria, conocerá el pueblo lo que está aconteciendo será entonces el momento de levantamiento de las clases populares apoyados por una minoría enriquecida no en tanto de valores que indecencia.
Puesto que tengo la divulgación por leyenda, no es más que necesario un alzamiento, un acuerdo popular, un consenso. Puesto que la soberanía reside en la nación, así como su libertad de amotinamiento ante el descontento de su gobierno.
Nótese con este fragmento la libertad de pensamiento.