Un caluroso día de primavera jugábame la vida una mala pasada.
Larga historia la de aquella corta tarde.
El día en su término se prolongaba.
Tuvo lugar en última instancia la apoplejía sentimental.
Rompen la monotonía diaria y el silencio guardado sucesos inesperados.
Allende la indómita noche de luna llena, mi mente vio la luz en tu mirada, y
por un segundo vislumbré la verdad, en tu rostro reflejada.
No traté en mi sueño de sosegar con la razón mis sentimientos,
paseé contigo como antaño.
Alcanzando el despertador con sus zumbidos mis pabellones auditivos,
bruscamente regresé a la realidad olvidando lo soñado
y disgustándome por ello.
Mi instinto me dijo: «tal sueño marcará tu vida por completo», y sin duda lo ha hecho.
Reflejándolo aquí y ahora, tal y como lo dicta mi memoria.