Hoy me he propuesto escribir en mi blog a modo de diario. Quiero tratarlo con respeto y confesar aquí mis preocupaciones para intentar así desprenderme de ellas.
Últimamente lo estoy pasando bastante mal, bueno nunca he tenido una vida fácil, la verdad. De pequeña me resistí en el útero materno, tardé varios días en venir a este mundo, concienciada ya de los problemas por los que había de pasar en un futuro inmediato. Me diagnosticaron una leve enfermedad que alertó a toda la familia, pero que con el tiempo afortunadamente desapareció. Yo nunca fui problemática, maduré muy pronto, cosa que tiene tantas ventajas como desventajas. Ahora a la vista está que soy bastante responsable, me atrevería a decir que con más obligaciones que derechos, que por supuesto, yo misma me marco.
Como había dicho antes, estoy pasando por un mal momento, este 2014 no empieza como yo esperaba. Y quizás sea ese mi problema que pongo el listón muy alto y luego llegan las decepciones. Reprimo bastante mis emociones con el fin de no preocupar a mis allegados y evitar dar problemas. Me preocupa demasiado mi familia, en especial un familiar que está atravesando uno de esos periodos que la vida te tiene preparado a modo de catástrofe. Lo evitas de todas formas posibles, pero una vez que ya te ha cogido de lleno escapar es difícil, pero ¡ojo! no es imposible. Me refiero con esta sutil metáfora a una enfermedad mental, por la que muestro un profundo interés y tanto me preocupa. Hoy he encontrado unos papeles escritos por el susodicho familiar. En estos folios mostraba lo que él mismo es incapaz de confesar: las dificultades por las que tuvo que pasar durante su infancia y el complejo de inferioridad que supone, etc… Los niños pequeños son muy crueles, en cuanto ven a una persona débil, se arman de valor para enfrentarse a ella, sin saber si quiera las consecuencias y el trauma que supone. Yo, en cierto modo pasé por una situación no igual a la de mi familiar, aunque parecida. El día a día se te hace insoportable, no tienes ganas de nada, todo es monótono, sientes inferioridad, pero yo supe encontrar una salida y me refugié así en los libros. Novelas románticas, esas historias en las que las princesas encuentran su príncipe azul. Novelas de intriga, escenarios que te mantienen entretenida toda una tarde, persecuciones inesperadas y problemas de los que se sale con increíble facilidad. Entonces, yo, adolescente incomprendida, me oculaba por un corto periodo del día en un mundo utópico y perfecto, donde ningún personaje conocía la maldad ni mostraba interés. Con el tiempo vamos creciendo y junto a éste nuestra maldad aumenta o empieza a ver la luz, tienes que sobrevivir de cualquier modo y para esto tienes que ser malo, pícaro, pillo (llámese como quiera). Y es esta la sociedad que nosotros mismos con nuestros «valores», «ética» y «moral» hemos tolerado y dejado crecer tan tranquilamente, creyéndonos la élite de Europa por un momento.
Y con esto quiero decir que los valores que se transmiten a la juventud ya no son suficientes, pues la plaga se ha propagado en silencio y sin mesura.
